'Todos los sentimientos'
Las emociones son tu hoja de ruta
Las emociones son tu hoja de ruta
¿Alguna vez has sentido que tus emociones simplemente se interponen en tu camino? Ya sea enojo contra uno de tus padres, un ataque de pánico en la escuela o dolor causado por un amigo, nuestras emociones pueden, a veces, sentirse abrumadoras e innecesarias. Pero nuestras emociones no solo son necesarias, sino que son buenas y dadas por Dios. Él nos ha dado el don de nuestras emociones para revelarse a nosotros y comprender quiénes somos como sus amados hijos e hijas.
¿Alguna vez has sentido que tus emociones simplemente se interponen en tu camino? Ya sea enojo contra uno de tus padres, un ataque de pánico en la escuela o dolor causado por un amigo, nuestras emociones pueden, a veces, sentirse abrumadoras e innecesarias. Pero nuestras emociones no solo son necesarias, sino que son buenas y dadas por Dios. Él nos ha dado el don de nuestras emociones para revelarse a nosotros y comprender quiénes somos como sus amados hijos e hijas.
Salir por aquí …
Las emociones son como una hoja de ruta hacia lo que es bueno, verdadero y hermoso, también nos revelan lo que valoramos. Piensa en tus emociones como una señal en la carretera que te dice qué calles y ciudades se acercan. Si tomas una salida y la exploras, encontrarás algo nuevo y tendrás una comprensión más profunda de tu entorno. Al igual que esa señal de salida, tus emociones apuntan a un valor más profundo, a Dios, y a una mayor conciencia de ti mismo. Incluso pueden revelarnos quién es Dios y la razón por la que nos ha creado.
La ley del supermercado
Imagínate que estás en el supermercado esperando para pagar y alguien se te cruza en la fila. ¿Cómo te sientes? Lo más probable es que haya algún tipo de ira o frustración. Si exploramos por qué estamos enojados, ¡podríamos descubrir que valoramos tanto el respeto como la justicia, y que se ha violado la ley del supermercado! Estos valores de respeto, equidad y justicia importan. Dios ha escrito la verdad en nuestros corazones y nuestras emociones nos recuerdan para qué estamos hechos.
No se pueden eludir
Si tratamos de evitar, esquivar o reprimir nuestras emociones, a menudo acaban apareciendo en algún lugar cuando menos lo queremos o esperamos. Esto podría parecer un arrebato de ira con su familia, ansiedad repentina con amigos o sentirse deprimido y no saber completamente por qué. Tomarse el tiempo para invitar a Dios a nuestras emociones y permitir que existan de manera saludable nos permitirá estar presentes y ser reales con nosotros mismos, así como con los demás. Nos ayuda a responder a nuestras emociones y necesidades con cuidado, en lugar de ser gobernados por ellas.
Completamente humano
Dios nos da la gracia de navegar nuestras emociones, incluso las feas. Tener emociones negativas es ser plenamente humano. Cristo sintió todas nuestras emociones humanas. El Evangelio nos dice que Jesús se enojó, lloró y se afligió, sudó sangre y experimentó alegría. Nosotros, como humanos, experimentamos tristeza cuando hemos perdido algo realmente bueno. Experimentamos ira cuando se ha cruzado un límite o cuando experimentamos injusticia. Experimentamos ansiedad cuando algo valioso está en peligro. Dios nos llama a reconocer, aceptar y experimentar nuestras emociones como lo hizo Cristo. Dios se preocupa por tus emociones y anhela ser invitado a ellas.
Invitar a Dios a las emociones
Entonces, ¿cómo nos apoyamos en nuestras emociones dadas por Dios cuando se sienten demasiado pesadas o abrumadoras? Dios nos ha dado herramientas reales para navegar nuestras emociones, como escribir sobre cómo nos sentimos y por qué. También puede ser útil hablar con alguien de confianza, como un sacerdote, un ministro de jóvenes, un padre, un amigo cercano o un terapeuta, sobre lo que estamos experimentando. Podemos recordar que Dios está con nosotros aquí y ahora. Podemos respirar e invitarlo a lo que sea que estemos experimentando y buscar ayuda cuando nuestras emociones son demasiado fuertes. Podemos llevar nuestras emociones a los sacramentos y ofrecerlas a Dios en nuestra adoración y oración. No estamos llamados a rechazar, ignorar o descartar lo que estamos sintiendo. ¡Invita a Dios a tus emociones todos los días mientras las navegas con herramientas reales y apoyo para vivir tu vida al máximo!
Adam Cross es un terapeuta matrimonial y familiar con licencia en California, y trabajó como ministro de jóvenes en su parroquia local durante 8 años. A Adam le encanta integrar la fe católica en su práctica de terapia.