Ante todo, el Día de la Samaritana se inspira en el relato del cuarto capítulo del Evangelio de Juan, en el que Jesús, cansado y sediento tras un largo viaje, se sienta junto al pozo de Jacob y pide de beber a la mujer samaritana que venía a sacar agua (era muy inusual que un judío hablara con una samaritana). Jesús le ofrece "agua viva", y ella habla de Jesús a la gente del pueblo. El día también se inspira en la famosa parábola del Buen Samaritano, relatada en el capítulo 10 de Lucas, en la que un samaritano viajero ayuda a una víctima de robo herida (no samaritana) después de que sus propios vecinos pasaran de él.

La tradición de regalar agua fresca comenzó en las entradas de las iglesias a finales del siglo XIX. Ahora se han unido empresas, restaurantes, colegios e incluso casas particulares. Personas de todas las edades hacen cola en los puestos situados frente a estas iglesias y otros negocios, a menudo decorados con temas cuaresmales. Muchos de los puestos de agua están cubiertos con telas moradas, y muchos recrean el pozo de Jacob, donde se sentó Jesús.

Las bebidas se preparan con frutas y flores frescas, como agua de Jamaica, chilacayote (calabaza), tamarindo, sandía y otras mezclas creativas. Además, las ollas que contienen el agua también están decoradas con colores vivos.

La moraleja de ambos pasajes de las Escrituras nos lleva al significado del término "buen samaritano", que se sigue utilizando hoy en día. El término es sencillo: Sé amable con la gente, independientemente de su etnia, creencias o credo. Con este espíritu, el Día de la Samaritana ofrece agua gratis a todos.