Consejos para vivir como discípulo misionero
Más a menudo de lo que deberíamos, mi esposa y yo nos damos un atracón de vídeos en las redes sociales antes de irnos a la cama. Una hora “temprana” de acostarse, a las 21:30, se convierte en una de “¿en qué estábamos pensando?” Los vídeos suelen ser divertidos, informativos o simplemente tontos, pero es increíble la frecuencia con la que menciono uno de nuestros favoritos a un amigo y él también lo ha visto. Sin embargo, cuando no lo han visto, qué alegría ser el primero en enseñarles el vídeo con la cabra gritando. El otro día, tras un encuentro de este tipo, se me ocurrió una cosa: ¿Por qué la buena noticia de un vídeo viral es tan fácil de compartir mientras que compartir la Buena Noticia de Jesucristo es tan difícil?
Más a menudo de lo que deberíamos, mi esposa y yo nos damos un atracón de vídeos en las redes sociales antes de irnos a la cama. Una hora “temprana” de acostarse, a las 21:30, se convierte en una de “¿en qué estábamos pensando?” Los vídeos suelen ser divertidos, informativos o simplemente tontos, pero es increíble la frecuencia con la que menciono uno de nuestros favoritos a un amigo y él también lo ha visto. Sin embargo, cuando no lo han visto, qué alegría ser el primero en enseñarles el vídeo con la cabra gritando. El otro día, tras un encuentro de este tipo, se me ocurrió una cosa: ¿Por qué la buena noticia de un vídeo viral es tan fácil de compartir mientras que compartir la Buena Noticia de Jesucristo es tan difícil?
Mientras seguimos examinando lo que significa vivir como discípulo misionero y luchar tanto con el desafío como con la gozosa oportunidad de compartir el Evangelio con los demás, he aquí algunos recordatorios:
No puedes compartir a Jesús con alegría, a menos que lo conozcas con alegría.
Explicar un vídeo que no has visto no es fácil ni convincente, pero describir uno que te hizo reír hasta que te dolió, eso sí es divertido. Nuestra relación personal, real, íntima, diaria, constante y total con Jesús precede y sostiene cualquier esfuerzo por compartirlo con los demás. Una pregunta difícil, pero buena para hacerse es: “¿Lo conozco realmente, si no quiero ayudar a que otros lo conozcan también?”.
Una vida de discipulado misionero es tanto interna como externa.
El Espíritu Santo transforma nuestros pensamientos, deseos y disposiciones interiores, pero esa purificación afecta también a nuestro comportamiento externo. Cuando san Pablo describe los frutos del Espíritu en Gálatas, cap. 5, no se refiere a ellos como un subproducto oculto y puramente personal de nuestra vida con el Señor. ¿Cómo puedes ser cariñoso, paciente y amable, si los demás no te perciben así?
Los discípulos misioneros dan fruto allí donde son plantados.
Aunque podemos preocuparnos por lugares y personas que se encuentran lejos, la gran mayoría de nosotros estamos llamados a servir, transformar y evangelizar en nuestras familias, ciudades, barrios, lugares de trabajo, gimnasios; en otras palabras, estamos llamados a compartir la Buena Nueva con aquellos con los que ya tenemos una relación. Al abrazar tu llamada a compartir el Evangelio, no ignores a las personas a las que ya les agradas y están predispuestas a escuchar tu perspectiva.
Haz que tu mensaje sea sencillo, ofrece tu historia y céntrate en Jesús.
La gente necesita saber por qué crees, no necesariamente una explicación completa de cada dogma que enseña la Iglesia. Jesús es tu amigo, así que preséntaselo a tus otros amigos. Esperan que compartas el último vídeo de gatos, así que no dudes en compartir también a Jesús.
Pete Burak es el director de i.d.9:16, el alcance de jóvenes adultos de Renewal Ministries. Tiene una maestría en teología y es un orador frecuente sobre evangelización y discipulado.