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 | Por Candace Bryant-Lester, Editora asistente, FAITH Catholic

¡Pensé que sería fácil encontrar un nuevo trabajo!

Aunque todos pueden tener una visión diferente sobre el estado del mercado laboral, para muchos no es fácil encontrar el trabajo perfecto. Y consume mucho tiempo. El COVID ha cambiado para siempre el lugar de trabajo, lo que ha provocado que muchos reevalúen las decisiones profesionales y su enfoque de la búsqueda de empleo.

 

Aquí hay algunos consejos para ayudarlo a navegar por esta nueva normalidad.


Concentre sus esfuerzos:

Es tentador postularse para todos y cada uno de los trabajos cuando no se tiene suerte para ser contratado, pero centrarse en los puestos que realmente le interesan siempre es lo mejor para usted. Si bien esto no garantiza que consiga un trabajo más rápido, es una estrategia para ayudar a reducir la fatiga de la búsqueda de empleo y también ayuda a mantener abiertas sus opciones, si se encuentra atrapado en un puesto en el que no encaja.

Sea creativo:

Tal vez no sea su objetivo final, pero haga una lluvia de ideas sobre lo que puede hacer como profesional o trabajador independiente con sus habilidades/industria actuales para ayudarlo a cerrar la brecha. Busque trabajo local o remoto. Conéctese con otros en su comunidad para oportunidades de trueque. El intercambio de servicios profesionales es una excelente manera de integrarse y darse a conocer, así como para ganar algo de dinero. Por ejemplo, ofrezca sus habilidades de diseño gráfico o web al propietario de un negocio a cambio de una tarjeta de regalo o un servicio de su negocio.

Pedir ayuda:

Pregunte a sus amigos y familiares si conocen alguna oportunidad que pueda ser adecuada para usted. Asegúrese que sea ampliamente conocido que está buscando empleo; pida consejo a un profesional a quien respete. Esa próxima conversación con un amigo o compañero feligrés puede ser la que conduzca a una oportunidad de trabajo perfecta.

Lo más importante, orar: Cuando todo lo demás falle, no dude en compartir su lucha con Dios. Él nos invita: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”. (Mt 11, 28) Comparta sus preocupaciones y esperanzas con Él, y hágale saber lo que necesita. Confíe en el Señor para mostrar su providencia.