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 | Por Tracy Rodenborn

Cómo la Misa puede fortalecer su matrimonio

Los domingos por la mañana puede ser una lucha llevar a la familia a Misa. Incluso si es posible ir a la misma Misa, las parejas pueden tener que ir en dos coches para acomodar el recojo de los que se quedaron en la fiesta de pijamas, los diferentes horarios de educación religiosa, el adolescente reacio que se ha acostado demasiado tarde o el viaje después de Misa a un partido o evento. A veces, una falta de comunicación o simplemente demasiados malabarismos con las necesidades de los padres pueden hacer que una pareja llegue a Misa sintiéndose agotada o desconectada.

Otras veces, los matrimonios pueden entrar en la liturgia, en un momento álgido, habiendo disfrutado de una agradable cita la noche anterior y de una relajante mañana de domingo en familia previa a la Misa -profundamente en contacto con la gratitud mutua-. Sea cual sea la realidad en la que nos encontremos un fin de semana determinado, la Misa puede transformar y fortalecer nuestra relación matrimonial.

Si reflexionamos sobre lo que estamos haciendo en Misa, nos hacemos más conscientes no sólo de nuestro tiempo, sino de cómo se une al tiempo de Dios. En otras palabras, en Misa, tomamos conciencia de una realidad que es sagrada más allá del aquí y ahora. En este momento sagrado, en unión con el sacerdote, participamos en el sacrificio de la Misa ofreciendo todo lo que tenemos a Dios. La Misa es un lugar y momento en el que todos nuestros éxitos y fracasos matrimoniales -los buenos y los malos momentos- se unen como una ofrenda de alabanza y agradecimiento a Dios. Dotados con una visión de la totalidad de nuestro matrimonio a través de la experiencia de la Misa, podemos superar algunas de nuestras dificultades actuales con más confianza y perspectiva. Nuestra unión más profunda con Cristo fortalece el amor en nuestro interior, asimismo, nos hace más capaces de amarnos y apoyarnos mutuamente. Participamos en la Misa y tratamos de fortalecer nuestra relación con Cristo a través de tanto el apoyo como el amor que nos ofrecemos mutuamente.

La Misa es a la vez una reunión pública y comunitaria de fieles. En ella, no sólo podemos ser más conscientes de lo sagrado en nuestra relación individual, sino que también compartimos con toda la comunidad cristiana la historia de la gracia de Dios en nuestro matrimonio. Al formar fila en el banco semana tras semana con nuestra familia, tanto si somos de la misma opinión como si sentimos cierta distancia unos de otros, estamos compartiendo la historia de cómo nuestra unión imperfecta pero santa comunica el amor de Dios al mundo.


Tracy Rodenborn vive en East Greenwich, Rhode Island, con su marido Steve y sus cuatro hijos. Tras haber desempeñado cargos ministeriales en parroquias católicas y escuelas secundarias de todo el condado, ahora trabaja con el Programa Satélite de Educación Teológica de la Universidad de Notre Dame.

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