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 | Escrito por Jean Jacques Olier (1608-1657), sacerdote francés y fundador de los sulpicianos.

Oraciones para el Adviento

Durante el tiempo de Adviento, buscamos acoger a Jesús en nuestros corazones, como María y José lo acogieron en su casa. La oración es una forma de hacernos más receptivos a él.

“Haz sitio al divino Infante, pues desea crecer dentro de tu alma. El momento de su venida está cerca: que tu corazón, pues, esté alerta”. (Dom Prosper Guéranger, monje benedictino del siglo XIX)

 

Oración de Adviento por Henri Nouwen

Señor Jesús,

Maestro de la luz y de las tinieblas,

envía tu Espíritu Santo sobre nuestros preparativos para la Navidad.

Nosotros, que tenemos tanto que hacer, buscamos espacios tranquilos para escuchar tu voz cada día.

Nosotros, que estamos ansiosos por muchas cosas, esperamos tu venida entre nosotros.

Nosotros, que somos bendecidos de muchas maneras, anhelamos la alegría completa de tu reino.

Nosotros, que tenemos el corazón apesadumbrado, buscamos la alegría de tu presencia.

Somos tu pueblo, que camina en la oscuridad, pero buscando la luz.

A ti te decimos: "¡Ven, Señor Jesús!"

Amén.

Alma Redemptoris Mater

Madre del Redentor, virgen fecunda,

puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,

ven a librar al pueblo que tropieza y quiere levantarse.

Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador,

y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,

y ten piedad de nosotros, pecadores.

El tiempo de Adviento es el tiempo mariano por excelencia, como dijo san Pablo VI. Este texto nos recuerda que ella es la puerta del Cielo, pues gracias a ella se nos abrió el Cielo. Es ella quien nos orienta como estrella, en el mar de la vida, hacia su Hijo. Es ella quien nos levanta a nosotros y, por eso, le pedimos que tenga misericordia de nosotros, pecadores que hemos tropezamos y queremos levantarnos.

Himno mariano que se canta al final de Completas (oración de la noche) durante los tiempos de Adviento y Navidad. Compuesto en el siglo XI por el beato Hermann de Reichenau (“Hermannus Contractus”).

O Jesús que vives en María

Oh Jesús, que vives en María,

ven y vive en tus siervos,

En el espíritu de tu santidad,

En la plenitud de tu poder,

En la verdad de tus virtudes,

En la perfección de tus senderos,

En la comunión de tus misterios.

Reina en nosotros sobre todo poder adverso

por tu Espíritu Santo, y por la gloria del Padre.

Amén.