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 | Por Sheri Wohlfert

Niños pequeños y preescolares

Cómo criar santos, parte 2

Los años de preescolar y primera infancia de un niño pequeño están llenos de curiosidad y emoción. Los niños de esta edad son como pequeñas esponjas que absorben conocimientos, experiencias y las maravillas del mundo que les rodea. Como nuestros hijos no vienen con manual de instrucciones, he aquí algunas ideas para ayudarles a educar a los pequeños santos durante esta etapa.

 

Abraza el asombro

La curiosidad natural de los niños de esta edad hace que sea el momento perfecto para centrarnos en nuestra hermosa fe. Aprovecha su naturaleza de «esponja» para enseñarles oraciones e historias de héroes y santos de la Biblia. La formación de hábitos de oración diaria y la inculcación de valores católicos pueden arraigar realmente durante estos años. Puede que no estén preparados para entender el misterio de la Trinidad, pero sí para conocer a Dios y lo importante que es en nuestras vidas.

Vive una aventura

A los niños de esta edad les encantan las aventuras y la exploración. Les encanta descubrir cosas y hacer preguntas, así que llévalos a una iglesia tranquila y deja que exploren. Permíteles ver de cerca el santuario, las estatuas, los altares laterales y cualquier otro lugar que les pique la curiosidad; tú puedes explicarles y enseñarles. Estas pequeñas “excursiones” conducen a un mejor comportamiento en Misa y fomentan el sentido de la paz y la comodidad que nos ofrecen los espacios sagrados.

Lo más grande es el amor

En el Evangelio, nosotros, como padres, aprendemos la lección fundamental para educar a nuestros hijos. Se nos enseña a amar a Dios con toda nuestra alma, mente y fuerzas, así como a amar al prójimo como a nosotros mismos. En estos años de formación, ayudar a nuestros hijos a ver el amor de Dios a través de los miles de maneras en que él actúa en nuestros días les cambia la vida. Cuando vemos lo amados que somos, ese amor se extiende a los demás. Como los niños de esta edad son tan perceptivos y observadores, el ejemplo es nuestra herramienta más poderosa.

Centrarse en las virtudes

En esta época se aprenden muchas cosas, como a ir al baño o a atarse los zapatos, pero también hay que centrarse en las habilidades santas. Virtudes como la honestidad, generosidad, obediencia, perdón y paciencia ayudan a nuestros hijos a ser no solo grandes seres humanos, sino también grandes santos.

Gratitud

El tipo de gratitud que nos ayuda a crecer en santidad va más allá de enseñar a nuestros hijos a darnos las gracias por la galleta. Las Escrituras nos recuerdan que todo es un regalo de Dios, y vivir ese tipo de gratitud nos cambia. Las conversaciones que incluyen: “¿Qué grandes cosas hizo Dios hoy?” o “Gracias, Dios, por hacerme/ayudarme...” son excelentes maneras de pensar en grande y construir la humildad.

Lo santo frente a lo mundano

Como padres, sabemos que no faltan los consejos. A veces, los buscamos, y a veces, llegan a nuestros oídos sin que los pidamos, haciendo que un trabajo duro lo sea aún más. Pero el filtro de todo esto se reduce a una simple pregunta: “¿Ayudará esto a mi hijo a crecer en santidad?”. Incluso en esta fase temprana de la vida, nuestra prioridad es la santidad de nuestros hijos, y la oración es la mejor manera de equilibrar las muchas voces que escuchan. Dios creó a nuestros hijos con un plan perfecto en mente, y les debemos el consultar a menudo al Creador para asegurarnos de que vamos por el buen camino.


Sheri Wohlfert es una esposa, madre, abuela, oradora y escritora católica. Su blog se encuentra en www.joyfulwords.org.

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