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 | Por By Sheri Wohlfert

Establecer hábitos sagrados familiares

Si establecer hábitos sagrados en familia te ha parecido alguna vez como intentar volar una cometa en el sótano, este artículo es para ti. A pesar de nuestras mejores intenciones, puede ser difícil hacer despegar las prácticas de oración, lo que significa que ir a Misa, a la Adoración o rezar un rosario en familia puede dejarte agotado, frustrado y cualquier cosa menos tranquilo. Si te preguntas si merece la pena, la respuesta es SÍ. Merece la pena, y aquí tienes algunas razones e ideas para seguir adelante.

 

Tres grandes porqués

En primer lugar, la dependencia de Dios es lo que trae paz y esperanza a nuestros corazones mientras el caos del mundo se arremolina a nuestro alrededor. Este tipo de dependencia procede de una entrega arraigada en la oración y centrada en los deseos de Dios en lugar de en los nuestros. En segundo lugar, las familias necesitan cuidarse mutuamente física y espiritualmente. En la vida habrá problemas, por lo que reunirse en la oración y en hábitos santos da paso al único que puede dar sentido o valor a los problemas. Cuando las familias se unen, formando hábitos santos que se elevan mutuamente en la oración y la adoración, Dios nunca defrauda. En tercer lugar, para que los hábitos santos se sientan poderosos, normales y deseables, primero deben convertirse en pautas familiares y coherentes. La incomodidad y el retroceso en la formación de hábitos santos familiares es una fase que pasará, sobre todo cuando los padres pidan la intercesión del Espíritu Santo. A medida que avanzas, asegúrate de observar dónde está actuando el Espíritu Santo en la vida de tu familia, porque cuanto más lo vea tu familia, más dispuestos estarán a profundizar en él.

Vive el Evangelio, sé Cristo

¿Qué significa esto? Podemos pronunciar esta frase al mundo, pero si no conocemos a Jesús -si no sabemos lo que hizo, por qué lo hizo y cómo se supone que esas acciones deben moldear nuestro comportamiento-, entonces se convierte simplemente en un conjunto de palabras. Los hábitos santos son los que dan estructura, significado y misión a estas hermosas palabras.

Tres elementos esenciales de los hábitos santos de la familia

  1. Sacramentos y culto

    La Misa, la Adoración, así como otras celebraciones y servicios de la comunidad de fe están en el corazón del discipulado. Ofrecen coherencia, previsibilidad, verdad y unidad en un mundo de pensamiento relativo y caos. Rezar, alabar y adorar con otros infunde un sentido de pertenencia y comunidad, también ayuda a un mundo dolido a recordar que “no somos los únicos” y que nunca se pretendió que “hiciéramos esto solos”.

  2. Creciendo en Dios

    Nunca podremos saberlo todo, y nunca sabremos lo suficiente, porque el amor de Dios está destinado a atraernos cada vez más profundamente. El hábito de aprender y desear más de los dones del Padre nos ofrecerá gracia sobre gracia, y las recompensas serán incontables.

  3. Servicio amoroso

    Los mandamientos de Dios se reducen a amarle y servirle a él y a los demás. Esta tercera pieza es algo más que donar al banco de alimentos; es una oportunidad de ver el rostro de Cristo en otras personas que necesitan su amor y su misericordia. Es la pieza que nos permite ser generosos, agradecidos y misericordiosos, y esos son hábitos que pueden ayudarnos realmente a crecer en santidad.


Sheri Wohlfert es una esposa, madre, abuela, oradora y escritora católica. Lee su blog en www.joyfulwords.org.

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