
Establecer hábitos sagrados familiares
Si establecer hábitos sagrados en familia te ha parecido alguna vez como intentar volar una cometa en el sótano, este artículo es para ti. A pesar de nuestras mejores intenciones, puede ser difícil hacer despegar las prácticas de oración, lo que significa que ir a Misa, a la Adoración o rezar un rosario en familia puede dejarte agotado, frustrado y cualquier cosa menos tranquilo. Si te preguntas si merece la pena, la respuesta es SÍ. Merece la pena, y aquí tienes algunas razones e ideas para seguir adelante.
Si establecer hábitos sagrados en familia te ha parecido alguna vez como intentar volar una cometa en el sótano, este artículo es para ti. A pesar de nuestras mejores intenciones, puede ser difícil hacer despegar las prácticas de oración, lo que significa que ir a Misa, a la Adoración o rezar un rosario en familia puede dejarte agotado, frustrado y cualquier cosa menos tranquilo. Si te preguntas si merece la pena, la respuesta es SÍ. Merece la pena, y aquí tienes algunas razones e ideas para seguir adelante.
Tres grandes porqués
En primer lugar, la dependencia de Dios es lo que trae paz y esperanza a nuestros corazones mientras el caos del mundo se arremolina a nuestro alrededor. Este tipo de dependencia procede de una entrega arraigada en la oración y centrada en los deseos de Dios en lugar de en los nuestros. En segundo lugar, las familias necesitan cuidarse mutuamente física y espiritualmente. En la vida habrá problemas, por lo que reunirse en la oración y en hábitos santos da paso al único que puede dar sentido o valor a los problemas. Cuando las familias se unen, formando hábitos santos que se elevan mutuamente en la oración y la adoración, Dios nunca defrauda. En tercer lugar, para que los hábitos santos se sientan poderosos, normales y deseables, primero deben convertirse en pautas familiares y coherentes. La incomodidad y el retroceso en la formación de hábitos santos familiares es una fase que pasará, sobre todo cuando los padres pidan la intercesión del Espíritu Santo. A medida que avanzas, asegúrate de observar dónde está actuando el Espíritu Santo en la vida de tu familia, porque cuanto más lo vea tu familia, más dispuestos estarán a profundizar en él.
Vive el Evangelio, sé Cristo
¿Qué significa esto? Podemos pronunciar esta frase al mundo, pero si no conocemos a Jesús -si no sabemos lo que hizo, por qué lo hizo y cómo se supone que esas acciones deben moldear nuestro comportamiento-, entonces se convierte simplemente en un conjunto de palabras. Los hábitos santos son los que dan estructura, significado y misión a estas hermosas palabras.
Tres elementos esenciales de los hábitos santos de la familia
Sacramentos y culto
La Misa, la Adoración, así como otras celebraciones y servicios de la comunidad de fe están en el corazón del discipulado. Ofrecen coherencia, previsibilidad, verdad y unidad en un mundo de pensamiento relativo y caos. Rezar, alabar y adorar con otros infunde un sentido de pertenencia y comunidad, también ayuda a un mundo dolido a recordar que “no somos los únicos” y que nunca se pretendió que “hiciéramos esto solos”.
Creciendo en Dios
Nunca podremos saberlo todo, y nunca sabremos lo suficiente, porque el amor de Dios está destinado a atraernos cada vez más profundamente. El hábito de aprender y desear más de los dones del Padre nos ofrecerá gracia sobre gracia, y las recompensas serán incontables.
Servicio amoroso
Los mandamientos de Dios se reducen a amarle y servirle a él y a los demás. Esta tercera pieza es algo más que donar al banco de alimentos; es una oportunidad de ver el rostro de Cristo en otras personas que necesitan su amor y su misericordia. Es la pieza que nos permite ser generosos, agradecidos y misericordiosos, y esos son hábitos que pueden ayudarnos realmente a crecer en santidad.
Sheri Wohlfert es una esposa, madre, abuela, oradora y escritora católica. Lee su blog en www.joyfulwords.org.