Los últimos Frutos del Espíritu
Este mes terminamos nuestro recorrido por los frutos del Espíritu Santo mientras nos enfocamos en vivir los frutos de mansedumbre, bondad, generosidad y templanza. Crecer en los frutos del Espíritu se trata de invitar al Espíritu Santo a estar cada vez más vivo en nuestros días. Cuando permitimos esto, somos transformados.
Mansedumbre
Este es el fruto que nos permite ser tranquilos, cuidadosos, afables y reflexivos. La mansedumbre nos permite reducir la velocidad y acercarnos a las personas, cosas y situaciones con más cuidado y menos impulsividad. Nos permite ver tanto la belleza como la maravilla y apreciar la naturaleza frágil de las cosas. Si podemos ayudar a nuestros hijos a practicar la amabilidad con elementos, como huevos crudos, animales bebés y la porcelana de la abuela, pueden comenzar a aplicar los principios a las personas.
Bondad
Es más que ser “bueno”. El Evangelio no dice que salgas y seas amable; dice sal y sé Cristo. La bondad genuina significa mostrar amor a los demás, tanto amigos como enemigos. Este es el Evangelio en pocas palabras, así que comience sus lecciones sobre este fruto por ahí. La bondad tiene muchas caras, como el afecto, el no juzgar, la empatía, la conciencia de las necesidades de los demás y el servicio sin esperar reconocimiento ni recompensa. ¿Cómo practicarla? Comience por poner un alto a la discusión. Intente ofrecer sorpresas sencillas, como dejar notas, hacer las tareas de otra persona u ofrecerse a jugar el juego favorito de un hermano. Practique los buenos modales (especialmente los “gracias” frecuentes) y termine las cosas dando cumplidos de vez en cuando.
Generosidad, también traducido como bondad
Este fruto proviene de crecer en bondad, así como ser caritativo y desinteresado. Alguien lleno de generosidad es el tipo de persona con la que los demás quieren estar: la persona que verdaderamente imita las emociones y acciones de Jesús. La verdadera bondad, o generosidad, requiere desinterés y humildad, que son verdaderamente características de Cristo. Con práctica y concentración, se convierten cada vez más en lo que somos y cómo respondemos a las cosas que nos rodean.
Templanza
Esta es la capacidad de decir no a las cosas que nos alejan de Jesús y sí a las que nos permiten crecer en santidad. Necesitamos practicar este fruto tanto en palabras como en acciones. Este es el fruto que nos ayuda a evitar la tentación y detenernos a pedir la paz de Dios antes de elegir palabras o acciones que puedan dañar nuestra relación con Jesús y los demás. Ayudar a los niños a escribir y practicar una breve oración pidiendo este fruto puede ser una herramienta útil. Es importante hablar sobre el autocontrol cuando las cosas están tranquilas y no durante una situación acalorada. Dé el ejemplo de cómo se vería y sonaría una demostración de autocontrol usando ejemplos de su propia experiencia o en tiempo real.
Al igual que un árbol lleno de frutos perfectos y deliciosos listos para disfrutar, también los frutos del Espíritu están listos y esperándonos. El Espíritu Santo nos proveerá en la cima de la perfección para nutrir nuestras almas y ayudarnos a acercarnos más al Padre.
Sheri Wohlfert es maestra de escuela católica, oradora, escritora y fundadora de Joyful Words Ministries. Sheri bloguea en www.joyfulwords.org.