¿Qué es la misericordia?
Aunque el Año Jubilar de la Misericordia concluyó en noviembre de 2016, experimentamos continuamente la misericordia de Dios y estamos llamados a extender esa misericordia a otros. En esta serie, exploraremos la naturaleza de la misericordia y cómo impregna nuestras vidas como seguidores de Jesús.
Comencemos por considerar lo que el Papa San Juan Pablo II escribió en su exhortación apostólica Ecclesia in America en 1992. Específicamente, Dios es comunión y todas las personas están llamadas a participar en esta misma comunión. Este magnífico plan de comunión para nosotros pertenece al Padre y tiene un nombre: el plan de salvación. La palabra salvación proviene de la raíz "bálsamo", que significa "curar, volver a la plenitud". Para cumplir este plan, Jesús, el corazón de esta comunión, se despojó a sí mismo para tomar la forma de un ser humano y aceptó la muerte en una cruz (Flp 2:7-8) para que podamos ser llevados a la vida con Cristo (Ef 2:5) y participar en la vida divina del Dios Trino. En otras palabras, Cristo se convirtió en el bálsamo de la humanidad para que todos sean uno en Dios.
Hoy en día, Cristo continua con su Iglesia, signo e instrumento de la comunión deseada por Dios. El deseo inquebrantable de Dios para salvar a la humanidad se hace conocido a través de los siglos a través del poder de Espíritu Santo, quien obra incesantemente para crear comunión y restaurarla cuando esta se rompe.
¿Y qué tiene que ver esto con el tema de la misericordia? El biblista Padre John L. McKenzie (1910-1991) diría que tiene todo que ver con la misericordia, ya que nos proporciona la definición misma de la misericordia: "la voluntad de salvar".
La sabiduría que acompaña la misericordia
En el Primer Libro de Reyes (3:16-28), encontramos la historia del Rey Salomón sobre el famoso caso de "custodia". Se nos dice que había dos rameras que vivían en la misma casa y que dieron a luz a sus hijos con sólo tres días de diferencia. Durante la noche, uno de los bebés murió. La madre del niño muerto entonces cambió su bebé con el niño vivo mientras que la otra madre continuó durmiendo. Al despertar, la madre del niño vivo se encontró con un niño muerto, pero se dio cuenta de que él no era suyo. Sin embargo, no hubo testigos, ya que las dos mujeres estaban solas en la casa.
Cuando más tarde se presentaron ante el Rey Salomón, ambas reclamaron al niño vivo. Sin ninguna manera de determinar de quién era el hijo, el Rey Salomón ordenó que la justicia exigiera que el niño viviente se dividiera en dos partes iguales, una para cada una de las mujeres.
Al oír la sentencia que el rey había dictado, la mujer que era verdaderamente la madre del niño vivo, rogó al rey que diera al niño a la otra mujer. En respuesta, la otra mujer dijo que así se hiciera y dividieran al niño para negarles a ambas mujeres un niño vivo. Por supuesto, sabemos que el Rey Salomón vio a través de esto la verdad y cambió su decisión para darle el niño vivo a su legítima madre.
Por su parte, la madre estaba dispuesta a renunciar a su derecho maternal por amor y misericordia a su hijo.
Un santo reflexiona sobre la misericordia
En su encíclica Dives in Misericordia de 1980, el Papa Juan Pablo II escribió que la misericordia de Cristo revela que el amor del Padre es más primario y fundamental que la justicia del Padre. Misericordia "significa una potencia especial del amor, que prevalece sobre el pecado y la infidelidad" del mundo. Y la misericordia sola es "capaz de justificar [a la humanidad], de restablecer la justicia en el sentido del orden salvífico querido por Dios desde el principio".
Esto no significa que la justicia sea olvidada. Al superar el pecado, el amor transformado en la misericordia restaura las relaciones correctas, o la justicia, restaurando la dignidad y el valor del ofensor. La misericordia en realidad llama al pecador a la conversión, la expresión más concreta de la presencia de la misericordia. A la luz de Lucas 7:36-50 mientras Jesús está cenando en la casa de un fariseo, una mujer pecadora está detrás de él, bañándole los pies con sus lágrimas y untándolos con aceite. Cuando el fariseo se opone a esto, Jesús responde: "Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le quedan perdonados, por el mucho amor que ha manifestado. En cambio aquel al que se le perdona poco, demuestra poco amor".
La verdadera misericordia es la fuente más profunda de esa justicia que equivale a vivir en una relación correcta con Dios, a vivir en la comunión que es nuestra salvación.
LECTURA ESPIRITUAL
En Misericordiae Vultus, la bula papal establece el Jubileo Extraordinario, el Papa Francisco nos recordó que “estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre". Mientras seguimos esforzándonos por traer la misericordia de Cristo en el mundo, consideremos la lectura espiritual, especialmente los clásicos de la vida espiritual católica.
Camino de Sencillez por Madre, Teresa de Calcuta
(1998 publicado por Planeta)
El camino sencillo:
El fruto del silencio es la oración.
El fruto de la oración es la fe.
El fruto de la fe es el amor.
El fruto del amor es el servicio.
Y el fruto del servicio es la paz.
Teología 101 Cuestionario
Ponga a prueba su conocimiento acerca de lo que dice la Biblia en referencia a la misericordia …
“Él que es generoso se hace bien a sí mismo, él que es duro ________”.
A. recibirá misericordia.
B. hiere su propia carne.
C. camina sin culpa.
D. es despreciado.
Respuesta: (B) – hiere su propia carne. Prv 11:17
Doug Culp es el CAO y el secretario para la vida pastoral de la Diócesis de Lexington, Kentucky. Tiene una maestría en teología de la Catholic Theological Union en Chicago.