| Por Adam Cross

Ayuda a tus amigos a llevar su cruz

¿Has oído alguna vez el dicho “cuida de tus amigos fuertes”? A veces, tenemos amigos en nuestras vidas que parecen tenerlo todo bajo control, y otras veces, tenemos amigos que claramente necesitan nuestra ayuda y apoyo. Como católicos, estamos llamados a ser el apoyo tanto de nuestros amigos fuertes como de los que tienen dificultades, y a ayudarles a llevar las cruces que la vida les depare.

 

Observador

Ya sea por el divorcio de tus padres, malas notas, una mala ruptura o un sentimiento general de ansiedad, todos tenemos auténticas dificultades. Por lo general, estas cruces no son claramente visibles para los demás. Es fundamental recordar que Dios nunca pretende este sufrimiento; nunca fue parte de su plan. Aunque Dios no quiere el sufrimiento, lo utiliza absolutamente para dar buenos frutos y nos da ayuda tangible, al igual que Jesús contó con la ayuda física de Simón de Cirene para llevar su cruz al Calvario.

Fuerza oculta

Al igual que Simón de Cirene ayudó a Jesús, nosotros también estamos llamados a ayudar a quienes nos rodean en sus dificultades de maneras muy reales y a menudo sencillas. Es muy probable que Simón no tuviera una visión completa de lo que su ayuda supondría, y tal vez incluso se preguntó si podría ayudar en absoluto. Pero su ayuda en medio de la pasión de Jesús no pasó desapercibida. Vemos que este ejemplo es un modelo de cómo podemos ayudar y recibir ayuda de los demás. Esta ayuda que damos y recibimos no procede solo de nuestra fuerza o perfección personal; más bien, podemos confiar en la gracia del Espíritu Santo para apoyarnos y en Jesús para llevar cruces con nosotros.

Cargar con otros

Entonces, ¿cómo podemos ayudar a quienes nos rodean de manera real y tangible? Aquí hay algunas formas en las que podemos reflejar el modelo de Simón y Jesús cargando juntos la cruz:

  • Presencia. Una de las mejores herramientas para ayudar a los demás es nuestra presencia. Puede que no tengamos todas las respuestas, y no hace falta que las tengamos, pero podemos estar presentes para escucharlos y quererlos mientras llevan su cruz. Podemos simplemente hacerles saber que estamos ahí para ellos cuando necesiten una mano amiga o alguien que los escuche.
  • Reflexionar. Cuando se lleva una cruz, la gente a menudo quiere que se le vea y se le entienda. Cuando alguien te deja entrar en su lucha, puedes simplemente reflexionar sobre lo que está compartiendo contigo. Puede ser tan simple como “Veo/oigo que te sientes...”, y luego hacerle saber que te preocupas por él en medio de sus problemas.
  • Ponerte en contacto. No siempre podemos saber cómo alguien quiere que le ayudemos, pero podemos hacerle saber que estamos allí y hacerle la simple pregunta: “¿Cómo puedo ayudarte?”. A veces, podemos ayudar directamente ofreciendo nuestro tiempo, ayudando a estudiar, responsabilizándonos de los hábitos destructivos o haciéndole saber que nos preocupamos por él. O tal vez podamos orientarle en la dirección correcta para que reciba ayuda de sus padres, su párroco, un terapeuta u otro tipo de apoyo en su vida.

La vida a menudo nos presenta cruces reales para nosotros mismos y para los demás. Con el modelo y la ayuda de Cristo, somos capaces de levantar con los demás sus cruces de manera real, sencilla y poderosa. Al levantar y apoyar a los demás, podemos recordar que Cristo siempre está trabajando en medio de los sufrimientos para nuestro mayor bien absoluto y nuestra sanación final.


Adam Cross es un terapeuta matrimonial y familiar licenciado en California, y trabajó como ministro de la juventud en su parroquia local durante 8 años. A Adam le encanta integrar la fe católica en su práctica terapéutica.

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