¿Tienes tiempo para orar?
¿Crees que no tienes tiempo para orar? ¡Piensa otra vez! No importa cuánto tiempo tengas, siempre hay tiempo para orar. Aquí hay algunas ideas para tu vida de oración, dependiendo del tiempo que puedas dedicar a hablar con el Señor.
¿Crees que no tienes tiempo para orar? ¡Piensa otra vez! No importa cuánto tiempo tengas, siempre hay tiempo para orar. Aquí hay algunas ideas para tu vida de oración, dependiendo del tiempo que puedas dedicar a hablar con el Señor.
“¿Qué pasa si solo tengo cinco minutos?”
Prueba la oración de “2 veces”. Aquí hay cinco cosas por las cuales orar: ¡un número que se puede contar con una sola mano!
- ¿Cómo se ha movido Dios en tu vida últimamente? Alaba a Dios por 2 cosas.
- De qué estás agradecido hoy? Da gracias a Dios por 2 cosas.
- ¿Has hecho mal a alguien? Arrepiéntete por 2 cosas.
- ¿Has prometido rezar por alguien recientemente? Ora por 2 personas.
- ¿Qué necesitas en este momento? Ora por 2 cosas para ti.
Imagínate a cada persona o situación que te venga a la mente mientras oras y contémplalas con sinceridad. Luego, siéntate y escucha. Dios generalmente se encuentra en el silencio de nuestros corazones. ¿Cómo te habla Dios durante tu tiempo de oración?
“¿Qué pasa si solo puedo disponer de 15 minutos o media hora?”
¡Perfecto! Hay muchas opciones, si puedes dedicar 15-30 minutos: coronillas, el rosario, la Liturgia de las Horas y más. Pero supongamos que estás buscando algo a lo cual volver todos los días para que forme parte de tu rutina de oración: un examen diario debería ser absolutamente parte de ello.
San Ignacio practicó este simple examen diario de cinco pasos que puedes probar hoy:
- Lleva tu atención a la presencia de Dios y da gracias por tu día.
- Ofrece una oración para que el Espíritu Santo te conceda la gracia de reconocer sus movimientos en tu vida.
- Revisa tu día. Toma nota de las emociones que sientes mientras repasas el día en tu mente, así como a dónde puede haberse estado moviendo el Señor en tu vida diaria.
- Reflexiona sobre algunos aspectos notables de tu día. ¿Qué te acercó a Dios? ¿Qué te alejó más de Él? ¿Qué te trajo alegría o te hizo sentir preocupado? ¿Hay algo por lo que necesites pedir perdón?
- Finalmente, contempla el mañana y ofrece otra oración. ¿Cómo puedes invitar a Dios a tu mañana para vivir su plan de manera más efectiva para tu vida? Ofrecer un “Padre Nuestro” para reconocer que se haga su voluntad.
“¿Qué pasa si tengo una hora?”
Tal vez estés teniendo un día difícil en el trabajo y quieras pasar la hora del almuerzo en tranquilidad con el Señor. ¡Sabia elección!
Retírate a un lugar tranquilo y pacífico, si puedes. Quédate quieto y mira o contempla algún objeto de la creación de Dios, ya sea un árbol, una flor o una nevada fresca.
Llévate a un estado de paz y tranquilidad, descansando en silencio.
Dile a Dios tres cosas o personas por las que estás agradecido y por qué. Reflexiona sobre la gratitud y sobre cómo Dios está trabajando en tu vida en este momento.
“¿Qué pasa si estoy realmente ocupado y no puedo tomar un descanso para orar?”
Con suerte, estos casos son pocos y distantes entre sí. Sin embargo, en caso de apuro, puede hacer lo que muchos religiosos han hecho a lo largo de los siglos: orar a través de las tareas.
Ofrece tu día y trabajo a Dios rezando la señal de la cruz antes de comenzar tu día. Ora por una persona cuando veas su nombre en la pantalla. Ofrece al Señor palabras de alabanza por el techo sobre tu cabeza mientras limpias la cocina.
Usar tus acciones diarias como desencadenantes para ofrecer oraciones de petición, alabanza y acción de gracias es una forma segura de infundir la oración diaria en tu vida.