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 | Por Patricia Mish

Estoy en una rutina en el trabajo

El trabajo ha perdido su brillo y siento que estoy "renunciando silenciosamente". ¿Cómo puedo recuperar la chispa?

¡Hacerse la pregunta es un gran primer paso! Felicitaciones por reconocer su falta de compromiso y buscar una manera de salir de la rutina.

Hay mucho en juego, y no solo para su empleador: la persona promedio pasa una gran cantidad de tiempo trabajando, solo superada por el tiempo que pasa durmiendo.

¿Qué es renunciar silenciosamente? El término, acuñado después de la pandemia, se refiere a presentarse en el trabajo pero haciendo “lo mínimo necesario para salir adelante”. En otras palabras, uno está allí en cuerpo, pero no en espíritu. Detrás de este fenómeno se encuentra una falta generalizada de compromiso en el trabajo.

Sorprendentemente, los niveles de compromiso tienen menos que ver con las tendencias del lugar de trabajo, como la flexibilidad, y más con lo que hacemos en el trabajo, no tanto con cómo o dónde trabajamos.

¿Por qué es importante el compromiso? ¿Y cómo se recupera la chispa?

Como católicos, tenemos un vasto catálogo de enseñanza social que nos recuerda la dignidad inherente del trabajo. En otras palabras, nuestro trabajo puede y debe ser más que un cheque de pago. Según la enseñanza social, “El trabajo es más que una forma de ganarse la vida; es una forma de participación continua en la creación de Dios”.

Eso suena elevado, pero puede parecer muy alejado del cubículo o del taller donde uno puede encontrarse. ¿Cuáles son algunas formas creativas de volver a comprometerse con el trabajo?

Hable con su gerente.

Lo mejor para su empresa es tener una fuerza laboral comprometida. Si puede identificar las razones de su desconexión, comuníqueselas a un supervisor de confianza. Incluso los pequeños cambios pueden ayudar: modifique la descripción de su trabajo para que coincida mejor con sus habilidades, haga que las reuniones sean más cortas o salga del sitio para realizar actividades de desarrollo profesional.

Tome nota de lo que todavía disfruta de su jornada laboral.

Cambie su rutina.

¿Los lunes le deprimen? Planee algo divertido para comenzar su semana. Cambie ese guión de TGIF y disfrute de una buena taza de café o comparta golosinas con sus compañeros de trabajo para comenzar la semana de manera positiva.

¡Estírese!

Los hábitos -malos, buenos o simplemente aburridos- pueden ser difíciles de romper. Hable con un consejero de carrera o con alguien que conozca que prospere en el trabajo. Solicite consejos prácticos sobre cómo redescubrir un sentido y propósito en el trabajo.

Déselo a Dios.

Como católicos, tenemos muchos recursos para ayudarnos a discernir la voluntad de Dios para nuestras vidas. Abra su caja de herramientas espirituales y pruebe algo nuevo, como la adoración eucarística, un retiro o los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.

No es raro caer en la rutina cada cierto tiempo; cuando suceda, podemos recurrir a San Pablo para obtener consejos sobre cómo volver a encaminarnos: “Cualquiera sea el trabajo de ustedes, háganlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los hombres”. (Col 3, 23)