El arte de hacer preguntas
Hace poco, una nueva compañera levantó tímidamente la mano en una llamada de Zoom del equipo y confesó que tenía la sensación de que lo único que hacía era hacer preguntas: "¿Cómo sabes cuándo estás haciendo demasiadas preguntas?". Ya lo dice el refrán: "No existen las preguntas estúpidas, sino los estúpidos que no las hacen". Como extrovertido furibundo, no me avergüenza levantar la mano. Tras una década en la dirección ejecutiva, puedo dar fe de que la gente tiene más dificultades, porque no está dispuesta a hacer preguntas. Sin embargo, no todas las preguntas son iguales, y hay tres cosas que podemos hacer para asegurarnos de que estamos planteando las mejores preguntas posibles en el trabajo.
Hace poco, una nueva compañera levantó tímidamente la mano en una llamada de Zoom del equipo y confesó que tenía la sensación de que lo único que hacía era hacer preguntas: "¿Cómo sabes cuándo estás haciendo demasiadas preguntas?". Ya lo dice el refrán: "No existen las preguntas estúpidas, sino los estúpidos que no las hacen". Como extrovertido furibundo, no me avergüenza levantar la mano. Tras una década en la dirección ejecutiva, puedo dar fe de que la gente tiene más dificultades, porque no está dispuesta a hacer preguntas. Sin embargo, no todas las preguntas son iguales, y hay tres cosas que podemos hacer para asegurarnos de que estamos planteando las mejores preguntas posibles en el trabajo.
Reproducir palabras específicas
A menudo, nuestro lenguaje puede ser informal. Aunque sepamos lo que queremos decir, puede que nuestra dicción cause confusión en el público al que nos dirigimos. Si oímos a nuestro supervisor o colega explicar algo, pero no estamos seguros de lo que ha querido decir, nos ayuda reproducir las palabras concretas que hemos oído y preguntar: "¿Puedes explicarme mejor esa parte?" o "¿Podrías decir esa parte de otra manera?". El simple hecho de reproducir lo que oímos ayuda a nuestros compañeros a aclarar sus ideas y corregir cualquier error de comunicación involuntario que se haya producido. También nos permite confirmar lo que creemos oír antes de sacar conclusiones precipitadas.
Retroceder antes de avanzar
A veces, la cuestión no es lo que se compartió, sino lo que no se compartió. Todos nos beneficiamos del contexto, pero algunos lo compartimos mejor que otros. Sobre todo cuando nos enteramos de un cambio o una nueva tarea, puede ser útil hacer preguntas como: "¿Podría contarnos un poco más sobre la historia de esto?" o "Me encantaría escuchar un poco más sobre los antecedentes de esto". Con frecuencia, no se trata de información confidencial, pero puede resultar trascendental para que todos comprendan y puedan ejecutar plenamente los siguientes pasos.
Aportar claridad con elecciones forzadas
Los colegas pueden tener increíbles sesiones de lluvia de ideas sólo para que el ímpetu a veces muera, porque no hay claridad en los pasos posteriores. Podemos aportar un valor sustancial brindando claridad con preguntas que obliguen a tomar decisiones. Puede parecer abrasivo al principio, pero si se hace en el tono adecuado, plantear preguntas como "¿Daniel va a hacer eso o Emilia?" o "¿Tengo que hacer este paso primero o después de ese paso?" crea la oportunidad para que nuestros colegas ofrezcan una mejor orientación y así todo el mundo se vaya sabiendo el quién, qué, cuándo y cómo con un grado extra de confianza.
Al hacer no sólo más preguntas, sino también preguntas más eficaces, a menudo podemos llevar nuestras contribuciones al equipo y a la cultura de nuestras organizaciones al siguiente nivel.
Dan Cellucci es el CEO del Catholic Leadership Institute.