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 | El padre Michael Schmitz

¿Cómo puedo saber cuándo solo estoy poniendo excusas?

Sé que pongo excusas. Los miembros de mi familia me lo dicen, y mis amigos (los más íntimos) me han comentado que mis excusas hacen que sea difícil confiar en mí. Pero la mayoría de las veces no me parecen excusas, sino las verdaderas razones por las que llego tarde o no hago lo que había dicho que haría. ¿Cómo puedo distinguir las excusas de las verdaderas razones?

Es una pregunta muy buena. Posiblemente incluso mejor que tu pregunta sea que tus amigos y familiares estén dispuestos a ser sinceros contigo. Desgraciadamente, hay veces en que las personas que podrían hablar con más claridad en nuestras vidas dudan en hacerlo, porque no quieren disgustar u ofender. Está claro que estas personas te quieren.

Otra observación antes de reflexionar sobre tu pregunta: El hecho de que estas personas en tu vida hayan sacado un tema difícil también indica algo sobre ti. Está claro que te quieren lo suficiente como para decirte la verdad y confían en tu carácter lo suficiente como para creer que recibirás su corrección de buena fe. Eso dice mucho de la calidad de persona que creen que eres.

Vayamos al meollo de tu pregunta. Nuestra experiencia nos dice que puede haber una diferencia real entre una excusa y una razón auténtica.

He visto que una diferencia entre una razón y una excusa es que una razón es una justificación justa y lógica, mientras que una excusa es una pretensión que no justifica las acciones de uno. En este sentido, la razón está relacionada con el resultado (se sigue lógicamente de uno a otro). Por ejemplo: "No puedo ir a tu boda, porque ya me he comprometido con otra boda ese día". Por otro lado, una excusa no llevaría necesariamente a la consecuencia. Podrías pensar en el cliché: "Oh, esa noche me lavo el pelo...".

Aunque estoy de acuerdo con las diferencias anteriores entre una razón y una excusa, creo que existe una discrepancia aún más profunda y posiblemente más significativa. Una razón está casi siempre asociada a la aceptación por parte del individuo de cierto grado de responsabilidad personal, mientras que una excusa es un intento de evitar dicha responsabilidad. Con una excusa, estoy redirigiendo la culpa hacia cualquier otra cosa que no sea yo mismo, mis elecciones o mis preferencias. Esta es una de las razones por las que a tu familia y amigos les cuesta contar contigo. Cuando no haces lo que dijiste qué harías, siempre hay alguien a quien culpar.

Las razones, sin embargo, casi siempre implican asumir responsabilidades.

Una razón puede ser mala o buena. Por ejemplo, alguien podría decir: "Llegué tarde, porque me quedé dormido". Obviamente, no es una buena razón para llegar tarde, pero no se está excusando. Su lenguaje deja claro que son ellos los que se han quedado dormidos y que la culpa es suya por no haberse levantado a tiempo. Por otro lado, una persona puede tener una buena razón, como "Salí de casa con tiempo de sobra, pero hubo un accidente en la autopista que bloqueó el tráfico durante una hora". En este caso, legítimamente no tiene la culpa y se limita a dar la información pertinente para que el otro sepa por qué llegó tarde en este caso concreto.

Todo esto es interesante (creo yo), y es de esperar que arroje algo de luz sobre el grado en que nos esforzamos por ser fiables y honestos con la gente que nos rodea. Pero hay algo más en juego. ¿Qué tiene que ver la tendencia a poner excusas con la relación de una persona con Dios?

Me pregunto si muchos de nosotros ponemos excusas por nuestro mal comportamiento con Dios. Me pregunto si tendemos a engañarnos a nosotros mismos con regularidad respecto a nuestros pecados y falta de oración o virtud. Por ejemplo, ¿cuántos excusaríamos nuestro orgullo diciendo que es una "autoconciencia justificable"? ¿Nos excusaríamos de nuestras palabras impuras diciendo que son "sólo bromas"? ¿Nuestra ira contra los demás es sólo "autodefensa" o nuestros chismes y calumnias "sólo sirven para entablar conversación"? ¿Son las prácticas comerciales injustas simplemente el resultado de la competencia legal en el mercado? ¿Cuántas veces podemos excusar nuestra falta de oración o nuestra ausencia de la Misa dominical con casi cualquier pretexto (¿estábamos fuera de la ciudad, la vida es ajetreada estos días, a los niños no les gusta ir, etc.? ...)?

Tenemos que reconocer que ninguna de estas son razones. Son todas excusas. Aún más que eso, son engaños. Usamos estas excusas para engañarnos a nosotros mismos con el fin de darnos un pase y evitar hacer lo que Dios nos ha pedido.

Si quiero saber si mis excusas son o no buenas razones, creo que una buena práctica sería rezar con la propia muerte. ¿Cómo sería presentar esas "razones" ante Dios, que lo sabe todo? ¿Serían razones auténticas, o meras excusas? ¿Ese momento revelaría a nuestro corazón honesto que nos hemos estado engañando a nosotros mismos? Di lo que quieras sobre la muerte, pero esta acaba con el engaño. Ante Dios, tendremos que permanecer a la luz brillante de la verdad, donde ninguna excusa tiene dónde esconderse.

Durante esta temporada, practica morir. Practica ponerte en presencia de Dios tal como eres. Pídele que ponga fin a la decepción y que te revele dónde puedes estar poniendo excusas. Esto puede ser doloroso, pero es mejor hacerlo ahora, mientras todavía podemos pedir gracia y misericordia, que más tarde, cuando ya no habrá más oportunidades de abandonar nuestras excusas.


El padre Michael Schmitz es director del ministerio para jóvenes y adultos jóvenes de la Diócesis de Duluth y capellán del Newman Center de la Universidad de Minnesota Duluth. Ask Father Mike es una publicación de The Northern Cross.

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