Share this story


 | Por Michelle Sessions DiFranco

Celebrando la generosidad del Señor

Junto con las papas, el pavo y otros alimentos del Día de Acción de Gracias, las calabazas son originarias del Nuevo Mundo. Pero me sorprendió saber que la calabaza butternut llegó en la década de 1940, cuando Charles Leggett, de Stow, Massachusetts, experimentó con cruces de calabaza pumpkin y calabaza cuello de cisne. La calabaza butternut recibió su nombre por su sabor a nuez y su textura tanto suave como mantecosa y, hasta el día de hoy, se ha prestado a innumerables recetas, así como a muchas cenas del Día de Acción de Gracias.

Es casi simbólico cómo los diversos elementos del banquete de Acción de Gracias declaran la naturaleza inesperada de la generosidad de Dios. Sus dones suelen llegar cuando menos los esperamos y en formas tanto nuevas como desconocidas. Cuando los primeros peregrinos llegaron al nuevo mundo en busca de libertad religiosa y una mejor vida, la llegada del invierno los amenazaba. Su situación era desesperada. Pero su salvación llegó gracias a la generosidad de personas que no conocían, que hablaban una lengua que no dominaban y que llegaron con alimentos que nunca habían visto. Así ocurre a menudo con Dios. Esperamos que nuestras oraciones sean respondidas de la manera que queremos o deseamos. Esperamos soluciones conocidas. Pero las gracias de Dios nos llegan de maneras inesperadas, y nos encontramos dándole gracias por bendiciones que no podríamos prever.

En los momentos de nuestras vidas en que las cosas pueden parecer oscuras o desesperadas y nos preguntamos cómo saldremos adelante, el Día de Acción de Gracias puede ser un recordatorio de la infinita generosidad y bondad de Dios. No podemos predecir lo que el Señor nos tiene reservado. Pero sabemos que nos proveerá, y su generosidad merece ser celebrada.


Michelle Sessions DiFranco es diseñadora y madre ocupada de tres hijos.

Read this article in English! (Versión en ingles)

Calabaza Butternut asada al arce

(para 4-5 personas)

  • 1 calabaza grande (cortada en dados de 2,5 cm)
  • 1 ½ cucharada de aceite de oliva extra virgen
  • 2 cucharadas de jarabe de arce puro
  • 1 cucharadita de azúcar morena
  • 1 cucharadita de canela molida
  • 1 cucharadita de sal kosher
  • Pimienta negra recién molida
  • 1 cucharada de romero fresco picado y más para decorar

Precalentar el horno a 400 grados. Cubra una bandeja para hornear grande o dos más pequeñas con aerosol antiadherente para cocinar (o forre con papel pergamino).

Colocar la calabaza cortada en dados en un bol grande. Añada el aceite de oliva, el jarabe de arce, el azúcar morena, la canela, la sal, la pimienta y el romero picado. Remover hasta que estén bien cubiertos. Repartir los dados de calabaza uniformemente en una o dos bandejas de horno en una sola capa.

Colocar las bandejas en el horno y asar durante 30-35 minutos o hasta que la calabaza esté tierna. Retirar del horno y colocar en una fuente. Añada más romero picado por encima y ¡buen provecho!