El 29 de septiembre es la fiesta de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Si bien el ángel Gabriel es bien conocido como el ángel de la Navidad, y Miguel como el comandante del ejército celestial que lucha contra Satanás en el Libro del Apocalipsis, es posible que no estemos tan familiarizados con San Rafael. Su nombre significa “Dios ha sanado”, y desempeña un papel vital en el Libro de Tobías.

Cuando Tobit rogó por la muerte debido a sus desgracias y ceguera, y Sara, una mujer joven, rogó por lo mismo, ya que había perdido siete maridos en manos de un demonio en cada noche de bodas, Dios envió a Rafael para que interviniera. El hijo de Tobit, Tobías, tuvo que hacer un viaje por su padre, pero no sabía el camino. Rafael, disfrazado de viajero, aparece para acompañarlo. Él le dice a Tobit: “Sí, iré con él, no tengas miedo. Volveremos tan bien como hemos salido, porque el camino es seguro”. (5, 16)

Durante el viaje, Rafael le ordena a Tobías que destripe un pez para que luego puedan usar sus partes como medicina. Los viajeros se encuentran con Sara en el camino, y Rafael insta a Tobías a tomarla como esposa. Cuando Tobías protesta, preocupado porque sus maridos anteriores habían muerto en la noche de bodas, Rafael lo anima a usar el hígado y el corazón del pez para ahuyentar al demonio. Más tarde, al regresar a casa, usa la hiel del pescado como medicina para los ojos de su padre y le devuelve la vista.

Después de la boda, Rafael revela que él es “uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia” (12, 15). Estas palabras estremecen mucho a Tobit y Tobías. Aun así, dice: “No teman, la paz esté con ustedes. Bendigan a Dios eternamente” (12, 17). Rafael, por lo tanto, es el tercer arcángel en el trío de héroes celestiales que entregan el poder de Dios, las buenas noticias y el toque sanador a la humanidad.