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Un mini-retiro con María
“No temas, María, porque Dios te ha favorecido” (Lc 1,30).
“No temas, María, porque Dios te ha favorecido” (Lc 1,30).
Estaba dando una charla sobre María y los santos a un pequeño grupo de mujeres que se reúnen semanalmente para rezar juntas. Una mujer, que no se crio como católica y no sabía mucho sobre María o por qué los católicos le rezan a ella, hizo una pregunta perfectamente razonable: “¿Por qué acudiría a María o a los santos cuando puedo acudir directamente a Jesús?”.
Su pregunta es buena y bastante común. He aquí una forma muy sencilla de pensar en ello.
Durante toda mi vida, cuando he tenido un gran problema, una necesidad o un dilema realmente serio, una de las primeras personas a las que llamo es a mi madre. Ella es muy piadosa y sabia, así que sé que los consejos que me da provienen de su experiencia. Pero más que eso, mi madre me conoce; me quiere tanto como a cualquier otra persona del planeta. Sé que sus oraciones por mí serán poderosas, porque me quiere mucho y me conoce muy bien.
Lo mismo ocurre con María, la Santísima Madre. En el cielo, donde reina como madre de todos, sus oraciones son excepcionalmente poderosas y eficaces para nosotros, porque es verdaderamente santa, está muy cerca del Señor y comprende la condición humana. Sabe exactamente lo dura que puede ser la vida humana.
Las oraciones de los santos tienen un poder similar, porque están muy cerca del Señor en el cielo y conocen nuestros sufrimientos muy de cerca. San Peregrino sufrió de cáncer y lo entiende bien; por eso, es el patrón de los enfermos de cáncer. Santa Dimpna es la patrona de los que sufren de ansiedad y trastornos mentales o nerviosos, porque ella también sufrió de esas cosas. La sabiduría y experiencia de los santos que están más cerca de la santidad que nosotros pueden darnos fuerza y valor, además de romper cualquier sentimiento de aislamiento que podamos experimentar. Ellos conocen el camino que estamos recorriendo y pueden ayudarnos a recorrerlo con fe.
¿Deberíamos acudir directamente a Jesús cuando tenemos una necesidad? Por supuesto. Pero también podemos acudir a María y a los santos, como lo haríamos con cualquier amigo cercano, para que nos ayuden a llevar nuestras cargas y nos muestren el camino a través de los desafíos de la vida. Ellos conocen tanto nuestras necesidades como luchas de primera mano, y de una manera muy personal. Es su alegría interceder por nosotros ante el mismo trono de Jesús, nuestro Señor.
Esta semana, haz una parada extra en tu iglesia local o santuario favorito. Encuentra una estatua de María que te hable y siéntate con ella un momento. Si no puedes ir a una iglesia o santuario, busca una imagen de María que te guste y reza con ella. Cuéntale tus problemas, esperanzas o miedos, como lo harías con un amigo en quien confías. Pídele que rece por ti para que encuentres fuerza y apoyo cuando los necesites, también sabiduría para saber cuál es el mejor camino a seguir. Intenta sentarte en silencio durante unos momentos y deja que el Espíritu Santo hable a tu corazón. Completa tu mini-retiro con tu misterio favorito del rosario, dando gracias a Dios.
A veces, las gracias que recibimos de nuestros intentos de oración no llegan de inmediato. A veces, aparecen más tarde. Mantente abierto y alerta incluso si no tienes la sensación de que algo “sucedió” en tu corazón mientras orabas. Dios puede enviarnos sus gracias en cualquier momento, y puede ser que tus gracias estén todavía «en camino» a la puerta de tu corazón.
Liz Kelly Stanchina es la líder de la comunidad para la formación de mujeres en el Word on Fire Institute y autora de más de una docena de libros. Descubre más en LizK.org.